Visita Mapimí, Pueblo Mágico de Durango

Qué visitar en Mapimí Pueblo Mágico

Mapimí testigo de la historia de México. El legendario Camino o Ruta de la Plata, que pasa por los estados de Durango, Chihuahua y Zacatecas, encontró a una de sus estrellas cuando en el siglo XVI Fray Servando de Ojuelos, al mando de una expedición evangelizadora, encontró en la montaña las vetas de la mina de Santa Rita y avisó a la Corona Española para comenzar su explotación. A partir de entonces se erigieron los poblados de Ojuela y Mapimí, uno en la entrada de la mina y otro al pie de la montaña.

Muchas otras minas fueron descubiertas en la región, como La Colorada, Las Ánimas, San Cayetano, La Soledad, San Ignacio, San Judas Tadeo, Santa Rita y otras, las cuales agruparon una gran comunidad de mineros, que en su mayoría eran indios tlaxcaltecas provenientes de los alrededores.

Con el crecimiento de los pueblos, se edificó una modesta ermita y se trajo de España una hermosa escultura de Cristo Crucificado, a la que los lugareños nombraron como El Señor de Mapimí gracias a sus milagros concedidos, cuya fama se extendió por los contornos.

Las etnias locales nunca estuvieron de acuerdo con la colonización, por lo que perpetuaron continuos ataques que solían ser sangrientos y devastadores.

La población de Mapimí emprendió la construcción de túneles y presidios para poder escapar, pero en la procesión del Jueves Santo de 1715 fueron de nuevo sorprendidos y el Real de Santiago de Mapimí quedó convertido en ruinas y escombros humeantes, excepto la imagen del Señor de Mapimí, que quedó intacta.

Los mapimíes decidieron enviarla a la población minera de Cuencamé para ponerla a salvo de futuros atentados mientras reconstruían su ciudad.

Actualmente, el templo del Señor de Mapimí, edificado en 1772, puede ser visitado en el centro de Mapimí, aunque la escultura original se halle en el mencionado Cuencamé. Allí, comparte el paisaje con varias edificaciones que narran la historia de cuatro siglos del poblado:

Junto a las antiguas sedes del Departamento de Comercio y del Servicio Postal se encuentran la Casa Cigarroa o Museo Benito Juárez, donde en 1864 este presidente estableció su Palacio Nacional mientras perseguía a las tropas imperialistas, y el Recinto Hidalgo, un ex-convento de cantera y herrería donde en abril de 1811 pasaron nueve días de cautiverio los héroes de la Independencia Miguel Hidalgo, Ignacio Allende y Juan Aldama, antes de ser ejecutados en Chihuahua.

Durante su estancia, el Padre de la Patria escribió una serie de poemas a los paisajes de Mapimí; el dedicado al Cerro de la India puede leerse en el Museo Comunitario del pueblo.

Mapimí

Otro lugar de Mapimí en el que se vivió la historia de México es el Callejón de las Flores, donde se ubica la casa que perteneció a Margarito Barrera, compadre del general de la Revolución Mexicana Francisco Villa. La vivienda fue refugio del llamado Centauro del Norte, pues además de disfrutar su alberca, había túneles que llevaban al arroyo o a Loma Blanca.

Cada año, a partir del 16 de julio se celebra la fiesta patronal de este templo a la que acuden miles de turistas, pues es un enorme festejo en el que se corona a la reina y se realizan las carreras atléticas de 24 kilómetros de Bermejillo a Mapimí, una de las tradiciones más arraigadas en los desiertos del norte; además, por las noches hay música y baile, pirotecnia y deliciosa comida local.

Lo imperdible en Mapimí Pueblo Mágico

La historia de Mapimí, como la del norte de México en general, se narra a través de la felicidad y la tragedia de sus pobladores. Por ello, resulta muy interesante visitar las lápidas del Panteón de Mapimí, que por cierto, es el mejor punto para ver la silueta de La India en el cerro.

Este Pueblo Mágico duranguense quedó justo en medio del Camino Real de Tierra Adentro, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por haber servido 300 años como la ruta comercial y cultural más importante entre la Nueva España y el norte del país, que abarcaba hasta Santa Fe, en Nuevo México, lo que llevó al país a ser el reino más grande y esplendoroso del continente americano.

Actualmente, el itinerario turístico de este camino pasa por una serie de tesoros históricos y naturales, y Durango es su sección estelar, pues 19 de los 59 lugares emblemáticos del camino pertenecen a ese estado. Mapimí, la mina de Ojuela y su espectacular puente, son tres de ellos.

En lo alto de la montaña, el pueblo de Ojuela es hoy en día un lugar fantasmagórico. Entre el siglo XVIII y principios del XX, llegó a tener más de 3,000 habitantes, energía eléctrica, agua potable, iglesia, escuela y lujos citadinos como salón de baile, teatro y varias tiendas.

Mapimí

En la entrada de la mina de Ojuela, se encuentra el puente del mismo nombre; se trata de una impresionante obra de ingeniería, construida en madera y acero, y único en su tipo en América Latina. Fue levantado en 1892 por el ingeniero alemán Santiago Minhguin para comunicar el yacimiento principal con las bocas menores y transportar el metal hasta los patios del pueblo.

Resulta muy emocionante para los visitantes recorrer los 318 metros que tiene de lado a lado mientras el viento ruge sobre sus 110 metros de profundidad; si se busca aún más adrenalina, existen tres tirolesas a lo largo del puente para experimentar la sensación de aventarse al vacío mientras se disfruta el paisaje.

Para entrar a conocer la mina es necesario ir con un guía, pues tiene 450 kilómetros de túneles, muchos de ellos bajo el agua.

Visitar este sitio tiene un especial interés para los coleccionistas, pues si bien en la antigüedad se extraían de ahí metales comunes, pero muy valiosos, como oro, plata y cobre, a lo largo de la historia se han extraído 117 especies de minerales raros y valiosos, como adamitas, paradamita, escorodita y la extraña legrandita, que solo ha sido hallada en Ojuela y en una lejana mina en Namibia, África.

Al final del recorrido, se puede apreciar el cuerpo de una mula momificada por el salitre del suelo, y varias de las herramientas que se utilizaban hace siglos en la mina.

Otra de las atracciones subterráneas de la región son las Grutas del Rosario, 24 kilómetros al oeste de Mapimí, que desde 1964 son visitadas por miles de turistas cada año.

Para llegar, es necesario atravesar un camino de terracería culminado por una empinada subida de 200 escalones, que conducen a 500 metros de recorrido en cuatro galerías conectadas una tras otra, formando un descenso de casi 30 metros.

En el suelo de estas cuevas fluyen aguas sulfurosas con una enorme cantidad de minerales, que con el paso de los milenios han ido esculpiendo sobre la piedra formas caprichosas y, con algo de imaginación, hacen posible admirar figuras como «los novios», un cocodrilo, chimeneas, castillos, tronos, monstruos, duendes, y variados instrumentos musicales, todos de un extraño color entre blanco y rojizo dado por las impurezas del agua.

El punto más socorrido por los visitantes es el conocido como la Zona del Silencio, que desde la década de los 70, cuando un misil estadounidense cayó en sus arenas, ha sido cuna de mitos y leyendas que afirman la existencia de curiosos fenómenos, como la incapacidad para captar ondas de radio y la proclividad para la caída de meteoritos, que por cierto, son hermosos.

Lo que es cierto es la singularidad de su flora y fauna, que incluye nopales de color morado y enormes tortugas de extraño caparazón, las más grandes de América del Norte.

Qué comer en Mapimí Pueblo Mágico
La gastronomía del Pueblo Mágico de Mapimí no es muy diferente de la que prevalece en la zona norte del país:

Platillos como pancita de chile colorado, chicharrón con nopales, carne de cerdo con calabacitas y elote, gorditas, caldo de res, enchiladas, sopa de lentejas, queso asado con jamón y chorizo, suculentos cortes de carne de res a la plancha acompañados con papas y frijoles, combinados con delicias locales como el cabrito en ataúd, que se tiene que pedir con antelación porque tarda horas en hornearse, con resultados deliciosos.

En cuanto a los postres, en Mapimí se pueden disfrutar panes de nata y piloncillo, preparaciones de calabaza y «greñudas», un tipo de dulce de coco.

La bebida típica de Mapimí es el sotol, un destilado servido con pequeños trozos de canela. Todos estos y otros manjares se pueden comer en las calles del pueblo y en bellos y tranquilos restaurantes como el Muñoz y el Casa Grande.

Qué comprar en Mapimí Pueblo Magico
Por obvias razones, en Mapimí es muy fácil adquirir piedras preciosas, y existe toda una variedad que incluye cuarzos, geodas, piedras endémicas y rosas del desierto, entre muchas otras, que son trabajadas por los artesanos para elaborar bella joyería, accesorios y objetos utilitarios como bolsas y morrales, además de esculturas y figuras talladas en piedra caliza.

Para dormir en Mapimí Pueblo Mágico
Con una asistencia turística que se ha ido incrementando en grandes cantidades cada año a partir de su nombramiento como Pueblo Mágico, la capacidad hotelera de Mapimí a menudo se ve rebasada y tiene que apoyarse en la de Torreón, la capital de Coahuila.

No obstante, existen varios hoteles de diferentes precios, que ofrecen los servicios necesarios para una tranquila estancia. Cerca del centro se encuentran el Hotel Mesón Villa de Santiago y el Viva Villa, así como la Posada Real de Mapimí, cuyas habitaciones se encuentran rodeadas de amplios patios y detalles arquitectónicos del siglo antepasado.

Para mayor información sobre Mapimí Pueblo Mágico
Palacio Municipal

Av. Hidalgo 1, Centro, Mapimí, Durango

Teléfono: 01(872) 762 2109

Con información de Pueblos México 

 

 

 

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