Ecos y perspectivas del debate
El Jicote, Por: Edmundo González Llaca
Lunes 15 de abril del 2024
Un grupo de niños asiste a una feria y hace un recorrido en el interior de la carpa de los monstruos. Una niña se queda extasiada en la jaula de King Kong, mientras sus compañeros se van saliendo. El gorila, al observar que tiene aún a una espectadora, engrandece su actuación golpeando contra los barrotes de la jaula. La niña queda pasmada, recuperada del susto, decide alcanzar al grupo, pero en el camino a la salida se le atraviesa Drácula, quien le dice: “¿Quieres que te dé miedo?”. La niña con voz temblorosa responde: “¿Qué me dé más miedo? No, gracias, ya traigo bastante”.
No voy a entrar en el debate de los simpatizantes de la candidata Sheinbaum, que afirman que su actitud serena, distante e inalcanzable a la voz humana, es prueba de su aplomo de estadista; tampoco me voy a sumar a los críticos que afirman que esa postura es prueba de su prepotencia y soberbia. Lo que sí puedo afirmar es que después de que Lady Anticarisma, al concluir sus intervenciones sostenía: “En mi presidencia va haber continuidad en lo hecho por el Presidente López Obrador”. En ese momento le diría como la escolar: “No, gracias, ya hemos tenido bastantes mentiras, opacidad, ocurrencias, raterías y pleitos”.
Al analizar el debate no puedo omitir, como muchos analistas, el lenguaje deportivo, Vimos a una Sheinbaum canchera, sin arriesgar, defendiendo desdeñosamente la ventaja que supone tener. El tono de sus respuestas ante las denuncias era de fastidio, por no decir, chocante y mamilas. A la Xóchitl me la cambiaron, desde la vestimenta, dejó el huipil y traía un traje de empresaria de medio pelo. Nerviosa, jadeante. Un boxeador que tira una lluvia de campanazos, sin apretar el puño.
Sin espontaneidad ni reflejos para aprovechar las vulnerabilidades del siamés político: López Obrador-Sheinbaum. Lo único novedoso, fue que Lady Anticarisma, ante el cúmulo de denuncias de corrupción, no respondiera, sino que antepusiera diplomas y medallas de su buen comportamiento como Jefa de Gobierno, lo que no borra la opacidad sospechosa de su administración.
Máynez no perdía nada, pues apenas late borrosa su presencia. Intentó desmentir la acusación de esquirol de Morena, repartiendo acusaciones a las dos candidatas. De su participación el mayor recuerdo es su sonrisa de comercial de alguna clínica dental.
Ha estado mejor el post debate que el debate. Perder el poder a una personalidad como la de López Obrador, enamorado del cargo de Presidente, es como enviudar enamorado. Con la fiebre alta, sudoroso, los ojos vidriosos y con la fuerza disminuida, es algo demasiado frustrante observar que su corcholata heredera, ya pareciera que lo ha olvidado. Así lo deduce, pues cuando Xóchitl y el contenido de varias preguntas del público, lo acusan de corrupción a él y a todo el clan familiar, su candidata respondió lánguida y aburrida y no se desgarró su huipil con la estampa de la Virgen de Guadalupe.
De inmediato López Obrador le envió mensajes utilizando a La Jornada. En la columna Rayuela se escribió: “Fue tanta la preocupación por ganar la batalla, que se olvidaron de los logros conseguidos por un fuerte liderazgo”. Descarado, en público se quejó; “Olvidaron los logros de mi gestión en el debate”.
El problema no es solamente que la Sheinbaum sea políticamente poco atractiva; que mi despertador tenga un sonido más agradable que su voz cuando grita. Todo eso son nimiedades, el drama es que su discurso, clonado del Presidente, hasta en el acento tabasqueño, en nada ya le favorece, ante la indignación por el saqueo descarado de la nueva banda en el poder y su impunidad. El dilema de la Señora Sheinbaum es: crear una nueva narrativa, en la que ofrecería sancionar todo tipo de corrupción, sin importar, cargos ni las relaciones con el Presidente.
Lo que la llevaría a resistir la furia del Dios tronante de Nacajuca. O, en su caso, salir con deslumbrante servilismo, a defender la honestidad de todo el clan familiar y de sus risueños cómplices, Pagar el costo que la puede llevar a la derrota en las urnas.
Los simpatizantes de la Sheinbaum, afirman que es inevitable la defensa al Presidente, pero que, cuando llegue a la Presidencia, será todo diferente. Lo dudo. Con estos mensajes el Presidente le recuerda a la Sheinbaum, que ella no deja de ser el muñeco y él el ventrílocuo. Ante otros seis años de López Obrador, familia y amigos con antifaz que los acompañan, digamos como la niña: “No, gracias. Ya tuvimos bastante”. Ecos y, Ecos y, Ecos y, Ecos y, Ecos y, Ecos y, Ecos y, Ecos y, Ecos y
El Jicote, por Edmundo González Llaca.
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