López Obrador. Mi respuesta

López Obrador. Mi respuesta

El Jicote. Por: Edmundo González Llaca

No me puedo quejar, las veces que me ha mencionado López Obrador, me ha tratado mejor que a López Dóriga y que a Ciro Gómez Leyva, No hay felicidad completa, sí hubiera especificado cuánto gano, como lo ha dicho de Loret de Mola. mis amigos del  grupo del mole de inmediato hubieran organizado un teletón para recuperar mis endebles finanzas personales.

La primera vez que me citó fue en el ya lejano año dos mil, en un programa de tele en el que aparecía mi hija Patricia con Ricardo Rocha. Recordó que en la Universidad había cursado conmigo la materia de propaganda  y que había llevado como texto un libro mí autoría. respuesta, respuesta,. respuesta. respuesta, respuesta,. respuesta,.  respuesta, respuesta

Fue curioso, al día mi siguiente de la mención, mis amigos priístas me hablaron para que declarara que era un holgazán, fósil y faltista; pero también me hablaron mis amigos perredistas para pedirme que declarara que mi alumno López Obrador, era aplicado; que llegaba todos los días vistiendo los colores de la bandera nacional y, señalando con el índice el horizonte, decía que salvaría al país del neoliberalismo.

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No hice caso a ninguna de las dos sugerencias, si mal no recuerdo lo único que declaré, fue que López Obrador debería tomar en cuenta el poder de la propaganda y la exigencia, como universitario, que  utilizara la comunicación política con valores de ética pública. Como bien se ha observado, su compulsivo afán de trascendencia, no tiene límites.

En otra ocasión, cuando se festejaba el Día del Maestro, me mencionó como uno de sus mejores maestros en la UNAM, institución que todavía no había tachado como “reaccionaria”. La cita lo único que me produjo fue el ataque de mis amigos, acusándome de cómplice en la manipulación que él hacía de la opinión pública. No respondí públicamente, ante la indignación de mis amigos, lo único que hacía era elevar mis ojos rumbo al cielo, como personaje pintado por El Greco y aguantar vara.

En el cierre de su campaña del 2018, me volvió a mencionar, lo hizo en reuniones con alumnos de la UAQ, con empresarios y en un mitin en Plaza de Armas, ahora con motivo de mi libro sobre la corrupción. Después de hacer un preámbulo elogioso al texto, dijo algo así, como que estaba de acuerdo con mi diagnóstico, pero que no coincidía con mi hipótesis: la corrupción es imposible de erradicar, lo único posible es controlarla.

Concluyó: “Yo si voy a acabar con la corrupción en la política”. ¡Gulp! Me atreví a reiterar mi postura en mi columna de El Jicote en el periódico “Noticias” y lo absurdo de su tesis. Recuerdo que cité a Lord Acton: “El poder corrompe, y el poder absoluto, corrompe absolutamente”. Los simpatizantes de López Obrador, instalados en la zona de confort de los ayunos de razones, me insultaron. Me calificaron de: “ingrato”, “acomplejado” y otros calificativos nada estimulantes.

Ahora, en su visita a Querétaro el lunes pasado, repitió, palabras más, palabras menos: “González Llaca dice que la corrupción no se puede acabar, a lo más controlar o atemperar. Yo sostengo que sí se puede acabar con la corrupción”.

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En estos momentos en el que se han destapado graves casos de corrupción de sus funcionarios y de su círculo familiar, afirmar lo anterior, es una total desvergüenza. Enumerar los casos de corrupción destapados, sería algo más aburrido que un discurso de la Sheinbaum, Puedo perder a cientos de mis miles de lectores, además sus simpatizantes me volverían a surtir con toda una gama de descalificativos, con la desgracia que, chance alguno de ellos, sí se me pueda aplicar. Concluyo.

Los sexenios pasan a la historia, entre otras causas, con la cita de frases en las que los gobiernos agarran la lógica por el cuello y la azotan en el suelo. En el caso de Echeverría, con quien por cierto, muchos analistas encuentran un gran parecido con López Obrador, la frase fue la siguiente: “Esta cuestión, ni nos ayuda ni nos perjudica, sino todo lo contrario”.

Últimamente, Peña Nieto, mientras viajaba en un avión, si mal no recuerdo, rumbo a Oaxaca, dijo: “Llegaremos al aeropuerto en cinco minutos, perdón, en menos tiempo, será en diez minutos”. En el caso de López Obrador ha adquirido fama algo que se dijo en las mañaneras: “Esta información no es falsa, pero se exagera”. A la afirmación de López Obrador. “Yo voy a acabar con la corrupción”, le diría: “No es falsa, pero exagera”.

 

 

 

Edmundo-Álvarez-Llaca

 

El Jicote, por Edmundo González Llaca.

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