AMLO. Sexenio en agonía

AMLO. Sexenio en agonía, El Jicote, por Edmundo González Llaca.

El problema no es que el presidente no sea licenciado en Derecho y que lo más probable es que en la secundaria ni siquiera haya aprobado civismo. El mayor problema es que López Obrador no respeta el derecho ni le importa. Sexenio , Sexenio , Sexenio , Sexenio ,Sexenio ,Sexenio 

Recuerdo que al principio de su sexenio, en una mañanera, platicó eufórico, palabras más palabras menos, que la noche anterior -me imagino que fue una noche negra y tenebrosa- había decidido dar por concluida la reforma educativa del sexenio anterior. Agregó: “Le pedí a Beatriz (su esposa) que se sentara en la computadora y le dicté un memorándum en el que decretaba la anulación de la reforma educativa de Peña Nieto”.  Con todo respeto para, tal vez su cocinera o algún ujier, le explicaron que la Constitución no se podía modificar solo con un memorándum. En una especie de onanismo legislativo.

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La decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de invalidar el plan B, referente a cambios a las leyes electorales, lo puso iracundo como un Dios Griego y advirtió que ganaría las elecciones del 24 y durante el mes de septiembre enviaría un paquete de iniciativas de ley.

No le basta que el actual Congreso, con babeante sumisión, no solamente no le cambie ni una coma a sus iniciativas, sino que para evitarse la tentación de cambiar hasta la fecha, prefieren aprobarlas sin leerlas. No es suficiente, el objetivo del Ejecutivo es obtener la mayoría calificada en el 24 y modificar la Constitución. Superado ese obstáculo, el país completo llegará al tesoro del final del Arco Iris.

La agenda electoral de su candidato o candidata presidencial y los aspirantes al Congreso deberán tener en forma prioritaria la propuesta de que los ministros de la Corte sean elegidos directamente por el electorado. Un despropósito que ha sido desmontado por estudiantes de derecho y especialistas

López Obrador dejará al ganador de las elecciones el kit de lo que debe hacer, a saber: aplicar en forma instantánea  su paquete de leyes aprobado en septiembre. El problema es que la corcholata destapada y los candidatos a representantes populares puedan, antes que nada, ganar una campaña con esa bandera legislativa de la elección directa de los ministros. Es una cuestión  poco atractiva para el electorado, además de ser una propuesta ya totalmente demolida. ¿Cómo le harán el Presidente y la Cuatro Te para ganar la elección?

Organizarán una elección de Estado, utilizará todos los recursos físicos, económicos y humanos del poder público. Como lo estamos viendo en las elecciones del Estado de México. El Presidente, violando todas las leyes, hará campaña; convertirá la lucha electoral en una elección plebiscitaria, en la que pondrá en juego, más que a  su partido, a su personalidad y los resultados de su gobierno. Por supuesto que  amenazará que todos sus programas sociales serán borrados si gana la oposición, uno de sus cuentos favoritos, pues ni al opositor más virulento se le ocurre quitarlos.

Un obsesivo del poder, como es López Obrador, la sola idea de dejarlo, le atormenta: está a punto de enviudar enamorado. El poder amantísimo se le muere. En una simbiosis tenebrosa, agoniza junto con lo que ama tanto.

Personalmente estaría con la frente perlada por el sudor, el aire se resiste a entrar en su cuerpo frío; la boca seca, el pulso tembloroso y la voz pedregosa que apenas le sale, En la agonía, escribe Cervantes: “El tiempo es breve,  las ansias crecen, las esperanzas se desvanecen”.  El agonizante se obnubila y su mente se cubre de delirios, No  puede dejar a la esposa idealizada sin antes cumplir la herencia que forjaron en su ejercicio y convivencia.

Sexenio

Se le olvida a López Obrador que en la política también se cumplen las leyes de la física: “A toda acción, corresponde una reacción en sentido contrario”.  Echeverría intentó hacer lo mismo con López Portillo, lo mismo es dejar a su sucesor encadenado a sus leyes,  a sus cuates, hijos e intereses. López Portillo, ya triunfador, mandó al ex Presidente a las Islas Fitji. Tal vez e sustituto del Presidente sea más deferente y no lo mande a las Islas Fitji y mejor a Cuba, donde hay beisbol. Por cierto, el mismo López Obrador en un acceso premonitorio, ha dicho que Cuba es un lugar muy agradable para ir a vivir.

En fin, López Obrador, y es lo que lo hace más peligroso para la vida pública del país, no dejará la presidencia así como así, organizará unas elecciones en la que se pondrá en juego su caudillismo plebiscitario. Con la legitimidad imaginada de que  las elecciones no las ganarán ni su partido ni sus candidatos sino él mismo, pretende prolongar su poder. Son los delirios de quien se niega a aceptar el tiempo: su sexenio ya acabó. Ahora nos toca resistir sus estertores y despechos.

 

 

Edmundo-Álvarez-Llaca

 

 

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