El otro Querétaro

El otro Querétaro, por Andrés González Arias.

Acá, donde inicia el semidesierto queretano, hasta los cerros comienzan a cambiar. El otro, El otro, El otro, El otro, El otro, El otro, El otro, El otro, El otro, El otro

Es la época de estío, cuando lo poco que hay se cuida. Los cerros parecen huizacheras y hasta los cactus resienten la falta de agua.

Así, la vida es dura, pero convierte a quienes ahí viven en gente sincera que ama a la tierra, que ama a la familia y que, en una palabra, se ofrecen en amistad sin dobleces.

Y justo ahí, en el municipio de Colón, donde comienza el semidesierto, es que las presas de La Soledad – mejor conocida como Presa Colón – y la de La Salitrera, se convierten en fuente de vida para decenas de familias.

en Mecatrónica

En la presa Colón y a la orilla de sus aguas, se ha formado una cooperativa que toma el nombre de la presa. Está constituida por 17 personas pero da trabajo a otras 25.

Y de la presa se sostienen.

La preside don Teodoro Reséndiz y fue en realidad quién la formó, allá por el año 1992.

Persona sencilla es don Teodoro. Y de palabra, de una sola palabra como la gente del campo, y esto es lo que, por acá, tiene todo el valor del mundo.

Mire – me dice – yo vengo de una familia muy pobre. Mis padres, don José y doña Agripina no hablaban español, solo otomí, pero me enseñaron a respetar a las personas, a apoyarlas”.

Y nos vamos caminando a paso lento hasta la orilla de la presa.

En lo que es un pequeño embarcadero, están “ancladas” (por decirlo así) unas doce lanchas. Una de ellas, la más grandecita, es de motor, pero también hay de remos, de bicicleta o los llamados kayaks.

Fundador de la cooperativa, han instalado ahí una bonita palapa que la han transformado en restaurant.

El otro

Y ofrecen ahí lo que la presa da, tilapias, carpas para dorarlas en aceite con exquisitez especial. Los domingos – y este no se lo pierda – se puede disfrutar de un sabroso mole artesanal.

Pero hay más, mucho más. Además del obligado paseo en lancha, se ofrece pesca deportiva, campismo, ciclismo, senderismo y hasta le rentan caballos.

Y ahí, casi al pie de la presa, se ofrecen dos preciosas cabañas en donde, con la familia, se puede pernoctar.

El silencio y las noches de invierno se prestan para hacer ahí una fogata, donde se conviva con los seres que usted más ama.

Pero las aguas de la presa son utilizadas también para regadío. Aguas abajo son regadas, en buen año de lluvias, más de 500 hectáreas, donde se siembra cacahuate, maíz, limón o granada. Fama tienen y de esta tierra, los aguacates criollos y las guayabas. El jitomate se da en pequeños invernaderos, formando toda una Unidad de Riego, que se extiende en parte de Tolimán, parte de Colón y hasta San Pablo.

Acá y en medio de un silencio abrumador, las noches de estrellas son imperdibles.

Por ese silencio, en los cerros cercanos se deja oír algún coyote, pero también habitan ahí zorras y gato montés. Si suerte tiene, puede que le toque el avistamiento de algún venado de los que por ahí todavía habitan y bajan a beber agua de la presa. De todos estos animales, no los cace, cuídelos, admírenlos. La cacería está estrictamente prohibida. La pesca no.

En la Cooperativa, don Teodoro ejerce su liderazgo. A quienes la forman, les ha enseñado a cuidar lo que juntos, entre todos, han hecho. Sus familias viven en las comunidades de El Poleo o La Salitrera, comunidades que si bien cuentan con escuelas primarias, carecen de Centro de Salud.

Así es de que, cuando alguien se nos enferma, nos vamos hasta Colón o a Tolimán.”

El otro

Para esta cooperativa, los apoyos del campo y con este gobierno federal, han desaparecido. Los del estado les llegan a cuenta gotas.

Necesitamos que nos apoyen en nuestros insumos, que nos impulsen en la Cooperativa”.

Don Timoteo tiene puesta en esta cooperativa toda su vida y sus empeños. Alguna vez fue líder en el Instituto Nacional Indígena INI y en donde representó a Querétaro.

Si usted quiere dejar a un lado el stress y le gusta salir con su familia, una visita a la Presa Colón es muy recomendable. Vaya a pescar, a hacer un paseo en lancha o a subirse a las embarcaciones que cuentan con bicicleta. Y pedalee sin rumbo, deje volar su mente y, al salir, pase usted al restaurant de la Cooperativa Colón, donde ya le espera una sabrosa mojarra. Ah y si es domingo, no se le olvida pedir el mole artesanal.

Y ¿Cómo se llega? Me preguntará usted. En la glorieta del monumento a Colón, toma usted a mano derecha y de la gasolinera ahí ubicada, recorrerá unos 8 o10 kilómetros hasta encontrar a su derecha un letrero que dice Presa Colón. Toma ese camino que lo llevará hasta la presa.

Ahí, todos pero todos – desde lancheros, cocineras y desde luego don Teodoro – son amigos.

Vale la pena visitar la Cooperativa de la Presa Colón. No se arrepentirá.

Andrés GonzálezAndrés González Arias

Periodista de toda la vida, egresado de la escuela Carlos Septién García, catedrático en la Universidad de Guanajuato, analista político en radio y prensa escrita, además de Premio Estatal de Periodismo en el 2000.

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