Baile endiablado en San Joaquín

La comicidad es protagonista en el Baile Endiablado, una de las tradiciones más representativas de esta temporada para los habitantes de San Joaquín, y contraparte del tradicional Concurso Nacional de Baile de Huapango, destacó Teódulo Ledesma, quien se describe a sí mismo como amante de las tradiciones de su pueblo.

El Domingo de Resurrección es el marco para que decenas de habitantes salgan a las calles ataviados de demonios encarnados, en su mayoría, por personajes de la vida política y del espectáculo a nivel nacional.

Teódulo Ledesma, fue testigo en su adolescencia del inicio de esta fiesta, que tiene vigencia desde mediados de la década de los 70 y, en su momento, surgió como una propuesta para suplir la «Quema de Diablos», que representaba en el cierre de la Semana Santa el triunfo del bien sobre el mal, con demonios siendo corridos a ‘cuetonazos’.

Aunque por años la Quema de Diablos formó parte de las celebraciones del pueblo por la temporada, los riesgos para los participantes eran evidentes, por lo que el uso de pirotecnia fue cancelado.

En 1970, el Concurso Nacional de Baile de Huapango surgió como el evento cultural de mayor peso para San Joaquín, hoy conocido como la Catedral del Huapango; cinco años después, los habitantes encontrarían una forma de retomar su propia forma de combinar la cultura del pueblo con su sello particular para celebrar la Resurrección y así surgió el Baile Endiablado.

A decir del propio Teódulo, esta tradición ha cambiado con el paso de los años, ya que inicialmente los participantes utilizaban máscaras de piezas de barro o madera, forradas con telas, para hacer las parodias que los llevarían a ganar el concurso; la mayor parte de estas piezas mostraban el talento de los artesanos de El Doctor. Ahora la mayoría de los concursantes compran máscaras de látex.

Sin embargo, el espíritu de comedia no se ha perdido en las representaciones, en las que, de manera anónima, y con el uso del cuerpo, se tiende principalmente a parodiar de manera cómica al «diablo» al que se representa, con música huasteca de fondo.

Aunque en sus inicios la tradición era representada casi en su totalidad por hombres, en los años recientes las mujeres y jóvenes han involucrado también en estas caracterizaciones.