El piloto holandés que inició en el décimo puesto, sube a lo más alto del podio del GP de Hungría seguido por los dos pilotos de Mercedes
El holandés Max Verstappen certifica su segundo título Mundial, con 80 puntos de ventaja a falta de 9 carreras para el final, mientras Mercedes ha vuelto y es capaz de batir con buena estrategia y buen trabajo en el box a unos coches mucho más veloces como son los de Ferrari, incluso este fin de semana.
Todo lo que puede salir mal, acaba aconteciendo de la peor forma para los intereses de Ferrari. Invocan el mal fario con ahínco, hay que aclarar, con decisiones erróneas, malas paradas en boxes constantes y una mala suerte añadida que acompaña a los incompetentes a menudo. Partían en el Gran Premio de Hungría como segundo y tercero, con Sainz y Leclerc, y en persecución de un Mercedes que en teoría era más lento en ritmo, el de Russell. GP de Hungría, GP de Hungría, GP de Hungría, GP de Hungría
El resultado final, con victoria de Max Verstappen (desde el 10º), segundo de Lewis Hamilton (desde el 8º) y el tercero de Russell, con Sainz cuarto, Checo Pérez en quinto y Leclerc sexto, es difícilmente explicable para los de Maranello. GP de Hungría, GP de Hungría
Cuando se quitaron las mantas y se vieron los colores de los neumáticos, hubo un primer respingo en la sala de prensa. Russell montaba blando, también Verstappen y Hamilton, mientras Sainz y Leclerc apostaban por el medio.
El cielo amenazaba lluvia, que nunca llegó de forma intensa, pero esa decisión obligaba a colocar los duros en algún momento de la carrera. Con unas temperaturas que habían caído hasta 28 grados desde el viernes (de 55 a 27 en el asfalto), era previsible que ese compuesto jamás entraría en temperatura. Al final fue la tumba de Leclerc.
En lugar de ir a por Russell en las primeras vueltas para pasar y tomar tierra de por medio, el que se marchó fue el inglés en las primeras vueltas. Luego todo salió mal, porque Mercedes y Red Bull arrinconaron como abusones a los dos coches rojos por pura estrategia.
Leclerc se tiró a por la victoria con el segundo juego de medios a partir del primer tercio de carrera y fue líder tras un adelantamiento espectacular a Russell, pero lo siguiente que le llegaba eran los neumáticos duros para caer en la miseria absoluta. En una vuelta adicional, Max le pasó en pista y luego una segunda vez, tras un trompo del holandés. Ni por eses.
Sainz, por su parte, debió haber terminado tercero, pero dos malas paradas en su coche, algo que ya no es noticia, le privaron de nuevo de un mejor resultado y le obligaron a ir a remolque. El segundo era posible para él, pero en la primera le ganó la posición Russell y en la segunda Hamilton. Así es sencillamente imposible. «La estrategia es lo de menos, no teníamos ritmo en estas temperaturas y tanto Red Bull como Mercedes eran más veloces hoy», decía Carlos para disculpar a los suyos.
La imagen del CEO de Ferrari, Mattia Binottom saliendo por la parte trasera del box, a 10 vueltas para el final, ilustraba el día del mítico equipo del ‘cavallino’. Se avecina marejada en el cuartel general de Maranello, con tres semanas de descanso hasta llegar a Spa (26-28 de agosto). Les fueron atacando y fueron cayendo en cada trampa de sus rivales sin respuestas válidad. Puede haber decisiones en las próximas fechas.
Por su parte, Fernando Alonso, sobrevivió a una de las carreras más duras de los últimos tiempos, donde fue cerrado de nuevo por Ocon en dos ocasiones de forma inexplicable para tratarse de un compañero. Al final se impuso en la batalla azul. Acabó octavo, pasando en pista con los duros al correoso francés, que no tiene ningún tipo de espíritu de equipo. Alpine tiene un problema, que no solucionó en su día en Arabia y que regresa cada vez que el galo atisba en pista al español.
Con información e imágenes de Agencias.